viernes, 26 de junio de 2015

Mitos y Leyendas: El Sapo

Leyenda del Sapo

En un riachuelo cantarín que se encontraba rodeado de flores multicolores habitaba una colonia de sapos que en las tardes lluviosas croaban como una afinada orquesta. Sus cantos graves alegraban el lugar y los animales vecinos: peces, pájaros, mariposas, lagartijas y muchos insectos, disfrutaban de ellos y todos vivían felices. 
Un día, llegó a la colonia un sapo fuerte y guapo y todos lo recibieron y le dieron hospedaje. El sapo al verse rodeado de atenciones empezó a creerse demasiado, pues las sapitas más bonitas lo rodeaban todas las tardes y le pedían que contara sus aventuras por el mundo y que les cantara románticas canciones de amor.
Los otros sapos creyeron que si se portaban como el sapo forastero conquistarían de nuevo a sus novias y empezaron a comportarse mal. Se paseaban de un lado a otro presumiendo sus largas patas, inflaban su pecho y dejaban salir ruidos que aturdían a los vecinos, hacían concursos de saltos y de nado.
 Los demás animales hicieron una junta, pues en aquél lugar ya no era posible vivir, y no estaban dispuestos a abandonarlo y dejarlo en poder de unos sapos presumidos. Todos hablaban al mismo tiempo y cada uno decía lo que se debería hacer para solucionar el asunto. Además se acusaban entre sí por haber recibido al sapo extraño que era el responsable de aquel caos.
Una hormiga anciana puso orden entre todos y les dijo: 
_ Escuchen amigos, desde hace varios días yo ya tengo la solución, es sencilla pero todos debemos de ayudar. 
_ ¿De qué se trata? -preguntó- una hermosa mariposa
_ ¿Los correremos de aquí? - dijo molesto un grillo
_ Nada de eso - contestó la sabia hormiga. Al contrario, organizaremos un gran concurso para elegir al sapo más apuesto.
-_ ¿Qué?- respondieron todos en coro.
_ Miren, les explicó la hormiga, les fabricaremos a todos los sapos un traje de lodo para que concursen y ya verán lo que sucede. 
Al enterarse del concurso, los sapos hicieron largas filas para inscribirse; se entrenaban más y se veían al espejo pensando cada uno que sería el ganador. Llegó el gran día.
Todos los animales traían puestos sus trajes de costureras y sastres y empezaron a vestir a los concursantes. A cada sapo le hicieron un traje de lodo a la medida. Ellos impacientes preguntaban a qué hora podrían verse al espejo.
Los animales estaban agotados, pues habían pasado todo el día trabajando y ya casi era de noche. La hormiga, que iba a elegir al sapo ganador después del desfile de belleza los formó a todos y les dijo:
_ Bien, ya solo falta la prueba de valor, tendrán que pasar toda la noche en este lugar sin moverse para nada. Mañana diré quién es el ganador.
Los sapos se rieron de esa prueba tan sencilla, se acomodaron y se quedaron totalmente quietos. Al otro día ya no aguantaban el sol, no sabían que les había pasado en su suave piel, sentían hinchados los ojos y tenían mucha comezón. Después de un gran rato llegaron todos los animales cargando un gran espejo; al frente de ellos iba la pequeña hormiga. Miró a los sapos ya desesperados e impacientes y les dijo:
---Ustedes mismos sabrán quien es el ganador cuando se miren al espejo. Todos dieron grandes saltos y se pusieron frente al espejo. Su sorpresa fue mucha. No podían creer lo que estaban viendo. Sus cuerpos antes atléticos estaban inflados, igual que sus ojos y su piel que antes era suave, ahora  era rugosa y áspera. 
Molestos voltearon al ver a todos los animales que se reían de ellos. La hormiga les dijo: Ese es su castigo por vanidosos. El traje que se le confeccionó a cada uno de ustedes era puro lodo, que al secarse al sol se volvió tieso y restiró su piel. Ahora serán feos y se esconderán del mundo y solo saldrán en las tardes lluviosas cuando casi nadie pasea. Desde entonces los sapos hibernan para ocultar su fealdad.






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